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domingo, 23 de mayo de 2010

Escrituralia: Catalogando miedos

Escrituralia: Catalogando miedos

Recupero esta consigna sobre los miedos...

Miedos exponenciales

Escribir es enfrentarse a miedos que alcanzan dimensiones incalculables; miedos igualados por muy pocas experiencias en la vida; miedos que se permiten crecer y multiplicarse, en progresión geométrica, con cada avance. Cuanto más se experimentan, más acojonan. Nunca nos acostumbramos a ellos, por mucho que los conozcamos. Se derraman en nosotros como una inundación que nos recorre, de la hoja en blanco hasta el blanco de los ojos. Actúan como un virus y no tienen remedio. Se conocen como miedos exponenciales. He aquí algunos ejemplos:

Miedo 1 (elevado a 1): miedo a no tener paciencia para seguir escribiendo.

Miedo 2 (elevado a 2): miedo a seguir escribiendo sólo porque espero algo de ello.

Miedo 3 (elevado a 3) : miedo a esperar lo que nunca podré escribir.

Miedo 4 (elevado a 4): miedo a no poder escribir lo que tengo que decir.

Miedo 5 (elevado a 5): miedo a escribir sin nada que decir.

Miedo 6 (elevado a 6): miedo a no tener nada que escribir.



Miedo n (elevado a n): miedo a tener miedo.

Nota: no funcionan los superíndices.

3 comentarios:

Celsa dijo...

Este viernes pasado el club de lectura al que asisto desde hace cuatro años, trajo al autor del libro que nos tocó leer este mes: Kirmen Uribe (el libro fue "Bilbao-NewYork-Bilbao", Premio Narrativa 2009). No sé si clasificarlo como novela o qué, pero la cosa va de que durante ese viaje va contando retazos de tres generaciones de su familia. Todo autobiográfico (si podemos llamarlo así, pues es casi imposible no ficcionar nuestras vivencias. Y allí me di cuenta de que uno de mis principales miedos, por no decir el mayor, es el de que alguien se reconozca (incluida yo misma) en lo que escribo. Tengo material suficiente para escribir cuatro novelas y un centenar de relatos, como todos, pero siempre me sale churros por distanciarme continuamente de la "inspiración original".
Me pareció valiente el chaval, vaya. Dijo que ningún personaje de su novela se había molestado. Claro que los puso a todos muy bien.
¿Cómo superar algo así? No se lo preguté, claro. Quizá para no escuchar lo que no quiero. Le pregunté otras cosas que me importaban menos. En fin...

Celsa dijo...

Se me olvidó: Javi, tu introducción de miedos es una pasada. ¡Que bien lo cuentas!

Y una cosa más que no hizo más que fortalecer mi miedo:
En aquel relato que gané del concurso de Salud Mental, ¿os acordáis?, el del tipo que se cree un personaje del Oeste, pues a pesar de cambiarle el nombre, el lugar, las vida, la historia, en fin, todito todo, vino un montón de gente a preguntarme por el tipo, lo vieron tal cual, e incluso le tuve que explicar a la mayoría que sólo me inspiré en él, pero que aquella no era su vida, ni había hecho ni vivido nada de lo que allí contaba. Pero estoy segura que la mayoría se fue con la idea de aquella era su vida. Vamos, que le fabriqué una nueva. Pobre..., menos mal que está muerto y la familia aún no me demandó.
Pues eso.

TEXTO SENTIDO dijo...

Para Celsa:
Uno no debería quedarse con los detalles superficiales al construir el personaje (aspecto, sexo de la persona real, muletillas habituales, etc.) sino con lo que uno sintió o siente respecto de esa persona, con lo que ella evoca en nosotros, "cruzándose" con otras personas que nos marcaron en uno u otro sentido. Es decir, que siempre hay una elaboración propia: nunca se trata de una "foto" engomada y pegada a nuestros folios. Eso debería hacer menos reconocible al personaje; por otro lado, nunca evitarás que los lectores imaginen fuentes, proyecten, etc. ¿Acaso no podrían adjudicarle a un personaje de tus novelas un origen que en absoluto fuera el verdadero? Y, en ese caso, ¿qué harías? ¿Ir uno por uno aclarándolo? Pues eso: que el que quiera hacer cábalas que las haga, que valdrán lo mismo las acertadas que las otras.

Para Javi:
A los que apuntás, agrego algunos:
a) El miedo castrante: ¿qué van a pensar mis famliares y amigos si yo llego a publicar algo? (un poco más amplio que el de Celsa: "¿Qué dirán de mí, a mis espaldas, si llego a publicar?... ¿Les parecerá un adefesio?")
b) El miedo escénico: ¿cómo voy yo a estar en el mismo nivel que tal o cual escritor?
c) El miedo incapacitante: yo no soy capaz de escribir una novela / un poema con ritmo y rima /un relato corto...
d) El miedo territorial: mis sentimientos son para mí y no los comparto con nadie, o con casi nadie.
e) El miedo social: yo no escribo para el mundo; escribo para mí.
f) El miedo creativo (bloqueo): ¿cómo empiezo? ¿Por dónde empiezo? Si no puedo empezar, ¿cómo voy a terminar?

Abrazos
Gra