-Pablo, te has dejado la carta –le dice, extendiendo el brazo dentro del coche. –Lo siento. Es una putada, es una gran putada, tío – Pablo le mira, no mueve ni un músculo para recoger la carpeta, no dice nada – tú tranquilo, que todo se arreglará, ya verás – le da un golpe en el brazo, Pablo no se mueve. – Vete a casa y ya, verás, todo, eh, se pasa, ya verás, yo te llamo, me llamas, tienes mi teléfono, venga tío, un par de cojones, ahora, eh.
Pablo asiente con la cabeza, cierra la portezuela del coche y despide con la cabeza a su compañero de trabajo, que hace gestos exagerados acercando el puño cerrado a la oreja.
-¿Dónde vamos? –dice el taxista.
-Al centro –el taxista le mira por el retrovisor, como si las palabras de Pablo fueran el zumbido de una avispa molesta a la que estuviera dispuesto a liquidar de un plumazo.
(Resto del texto suprimido para la lectura pública para respetar derechos de autor)
2 comentarios:
Hoy es jueves, ¿verdad? Pues aquí mi comentario:
Me gustan los parlamentos del amigo al principio de todo, porque esas repeticiones como inconexas muestran muy bien esa especie de azoramiento o nerviosismo, ese no saber qué decir que todos conocemos en situaciones así.
Me llamó la atención que el papel estuviera mojado, luego vi al final el motivo: porque llovía. Ese detalle me abrió expectativas de que lo utilizarías más tarde para algo. Y no fue así.
Sí me gustó, en cambio, ese puño cerrado arrugando el papel, me pareció una imagen muy potente para mostrar la desazón del protagonista.
Gracias, 'pañera', por tus aportaciones siempre interesantes.
Lo del papel mojado quedó en eso,papel mojado. Como el texto surgió del 'disparador' de la consigna, yo sabía que Pablo había estado mojándose sin abrir el paraguas antes de que llegara el taxi, es decir, yo sabía que llovía, el lector no, claro. Gracias por resaltarlo. Me ha hecho ver lo poco cuidadosa que soy con los detalles, y sobre todo la precipitación (¿se dice así?) con la que emprendo, en ocasiones, la escritura.
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