Manuel Puig entrevistado por Kathleen Wheaton (1989)
Lo que me gusta hacer en mis novelas es mostrar la complejidad de la vida cotidiana, el subtexto de las tensiones sociales y las presiones que subyacen a cada uno de nuestros pequeños actos.
La manera de pensar y de hablar de mis personajes posee sus propias cualidades musicales y pictóricas. Yo tomo esas cualidades y hago mi trabajo de bordado. En términos estéticos, un escritor puede usar el método que quiera. Lo que importa, y lo que constituye la ficción, es cómo se hace. El escritor que usa en su narrativa la tercera persona está utilizando un método o código ortodoxo y establecido. A mí me interesa la manera de hablar, por defectuosa o limitada que sea, de las personas reales.
¿Es más fácil escribir en primera persona?
Sí. Cuando empleo el diálogo en primera persona y conozco bien al personaje, sólo tengo que escuchar.
¿Prefiere no tener al novelista dentro de la novela?
No me interesa tanto escuchar mi propia voz. No tengo tanto ego.
¿Cuáles son las partes más fáciles y las más difíciles del proceso de la escritura?
El principio es siempre excitante porque se me ocurre una idea. Después empiezo a buscar la forma que debo usar para presentarla. El contenido siempre viene de la forma, en mi caso. Creo que debe ser así, pero sé que otros escritores trabajan de modo diferente. Después llega el momento crítico en que busco las voces de los narradores. A veces es fácil, a veces no. Si encuentro rápidamente al narrador, es maravilloso, pero no siempre ocurre de ese modo. Tengo que encontrar una voz que me convenza a mí, y eso es muy difícil. Sólo cuando creo en el narrador las cosas pueden seguir adelante.
Adoro la rutina. No puedo desviarme de ella. Tengo que hacer lo mismo cada día. Me lleva mucho tiempo despertarme, así que de mañana escribo cartas, reviso traducciones... cosas que no me exijan demasiado... De cuatro a ocho trabajo verdaderamente. Después ceno, y eso es todo. No puedo trabajar después de comer. Paro y veo algo por video.
Julio Cortázar entrevistado por Jason Weiss (1983)
¿Entonces no son los personajes que conoció los que lo impulsan a escribir?
No, para nada. Con frecuencia tengo la idea de un relato, pero todavía no hay personajes. Tengo una idea extraña: algo va a ocurrir en una casa de campo, lo veo... cuando escribo soy muy visual, lo veo todo, veo cada cosa. Entonces, veo esta casa en el campo y después, abruptamente empiezo a situar a los personajes. En ese punto, uno de los personajes podría ser alguien que conocí. Pero no es seguro. Finalmente, la mayoría de mis personajes son inventados...
En mi caso los cuentos y las novelas pueden empezar por cualquier parte. En cuanto a la escritura misma, cuando empiezo a escribir la historia ya ha estado dando vueltas a mi alrededor mucho tiempo, a veces durante semanas. Pero no de una manera clara, es tan solo una idea general de la historia. Tal vez esa casa tiene una planta roja en un rincón, y sé que hay un viejo que camina en esa casa. Eso es todo lo que sé. Así ocurre. Y después están los sueños. Durante este período de gestación mis sueños están colmados de referencias y alusiones a lo que va a ocurrir en el relato. A veces todo el cuento es un sueño. Uno de mis primeros cuentos, y uno de los más populares, “Casa tomada”, es una pesadilla que tuve. Me levanté inmediatamente y la escribí. Pero en general, lo que surge del sueño son fragmentos de referencias. Es decir, mi subconsciente está en el medio del proceso de elaborar un relato... mientras sueño, el relato se escribe allí dentro. Entonces cuando digo que empiezo por cualquier parte, es porque en ese punto no sé cuál será el principio y cuál el fin. Cuando empiezo a escribir, ese es el principio. No he decidido que el relato deba empezar de ese modo, simplemente empieza allí y continúa, y con frecuencia no tengo una idea clara del final... no sé qué es lo que va a ocurrir. Es sólo gradualmente, a medida que el relato avanza, que las cosas se van aclarando, y abruptamente veo el final.
¿Entonces usted descubre la historia mientras la está escribiendo?
Así es. Es como la improvisación en jazz. Uno no le pregunta a un músico jazz: “¿Pero qué va a tocar?” Él se reiría. Tiene un tema, una serie de armonías que debe respetar, y entonces toma su trompeta o su saxofón y empieza. No es una cuestión de idea. Interpreta recorriendo toda una serie de pulsaciones internas.
¿Corrige mucho cuando escribe?
Muy poco. Eso es consecuencia de que las cosas ya han sido elaboradas en mi interior.
¿Cuáles son sus hábitos de trabajo? ¿Han cambiado ciertas cosas?
Lo único que no ha cambiado, y nunca cambiará, es la anarquía total y el desorden. No tengo ningún método en absoluto. Cuando me siento en estado de escribir un cuento, dejo caer todo lo demás; escribo el cuento. Y, a veces, cuando escribo un cuento, en los dos meses que siguen puedo escribir dos o tres más. En general, los cuentos vienen en serie. Escribir uno me deja en un estado receptivo, y después “capto” otro. Ya ve la clase de imagen que uso: la historia cae dentro de mí. Pero también puede pasar un año sin que escriba nada... nada.
En Confesiones de escritores. Los reportajes de The Paris Review. Escritores Latinoamericanos. Ed. El Ateneo, Bs. As., 1995.
ATENCIÓN: Nuevos talleres
INSCRIPCIÓN A NUEVOS TALLERES EN:
http://elbardeltaller.blogspot.com.es/
HASTA EL 15 DE ABRIL
¡NO TE DEMORES!
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sábado, 13 de marzo de 2010
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