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martes, 6 de abril de 2010
Jugá[te] a titular estos poemas
Soy el hombre agachado detrás de un arbusto
que se sienta a su escritorio.
Jamás me prenderán. Todas mis víctimas
tienen un modo de desaparecer.
No importa qué sexo tengas,
tú serás el próximo.
Te sentarás junto a mí
en un concierto ejecutado en el bosque.
Si te mirara en el subterráneo,
no desviarías los ojos.
Soy pequeño, engañoso,
como este poema
que ya está dentro de ti.
Stephen Dunn (Nueva York, 1939)
Quiróptero
de una paciencia extraordinaria
no exenta de crueldad,
sobre todo
con los ajedrecistas y los novios.
Sin embargo,
es cordial a las 3 menos ¼
tanto como a las 9 y 15, los únicos momentos
en que estaría dispuesto a darnos un abrazo.
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Este cuadrúpedo procede
de Joplin, Misurí.
Carnicero.
Aúlla largamente en la noche
sin su dieta habitual de negro asado.
Acabará por sucumbir.
Un problema (insoluble) alimentarlo.
Nicolás Guillén (1902-1989)
Soy plateado y exacto. No tengo preconceptos.
Lo que quiera que veo lo trago de inmediato
justo como es, no empañado por amor o desagrado.
No soy cruel, sólo veraz –
el ojo de un pequeño dios, de cuatro esquinas.
Lo más del tiempo medito sobre la pared opuesta.
Es rosa, con manchas. La he mirado tanto
que pienso es una parte de mi corazón. Pero vacila.
Rostros y oscuridad nos separan una vez y otra.
Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,
buscando mis alcances por lo que ella es realmente.
Luego se vuelve a esas mentirosas, las velas o la luna.
Veo su espalda, y la reflejo fielmente.
Me recompensa con lágrimas y una agitación de manos.
Soy importante para ella. Viene y va.
Cada mañana es su cara que reemplaza a la oscuridad.
En mí ella ha ahogado una niña, y en mí una vieja
se levanta hacia ella día tras día, como un pez terrible.
Sylvia Plath (1932-1963)
Salta el rey, y los bastos cerrados
lo acometen brutales. Los oros
van huyendo en la vasta llanura.
Y ha caído la sota funesta
junto al buen caballero. La parda
extensión se ilumina, destella
con el rojo de infancia, y el verde
memorable y veraz, y los hondos,
los soñados azules de infierno.
La batalla creciente deslumbra
en espadas, penachos, banderas
crepitantes o justas. Y vuelven,
y regresan los bastos, las copas
taciturnas, los oros veloces,
y derriban al rey. Han caído
con el rey el silencio y el polvo
en la mansa extensión de madera.
Eliseo Diego (1920-1994)
Es el hombre más veloz de la tierra. Ir de una punta
a otra de la noche le toma un paso, un parpadeo. Corre
con ventaja: sabe que es inalcanzable. ¿No es un don
tener el corazón como una dínamo, los músculos elásticos
y arrestos de leopardo?
Verlo correr es privilegio de pocos. De lejos
parece un mundo, una pelota; y sólo un ojo
fino y entrenado, puede reconocer a la carrera
un pie, un codo, una muñeca.
Sobre él cuentan proezas —dicen—
a su paso la noche parece detenida.
Hace del río agua estancada; del sol,
una moneda.
Una noche, de su corazón salieron deseos. Y oyó,
oyó el mar, el batir moroso de espuma sobre rocas
bajo un cielo espeso, cargado de vapores.
Desvanecida la visión el héroe cayó dormido,
el finísimo traje carmesí descolorido
por el sol de la mañana.
Ahora se mueve por la casa
vacía, lo han despreciado, ya no lleva
dos alas en la espalda, sostiene un vaso y se muere
por mostrar lo que ha aprendido. Así
imagina que hay alguien a su lado. La lleva, la trae
del brazo hasta el sillón, toma un libro del estante,
lo abre —las figuras con el dedo señaladas—
y dice: "Esto es un pez; esto,
una jirafa".
Hernán La Greca (1968)
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3 comentarios:
Qué guachi
Supongo que tendrán su título, los poemas.
Mi propuesta
Stephen Dunn (Nueva York, 1939)
Te estoy mirando
Nicolás Guillén (1902-1989)
Insaciable
Sylvia Plath (1932-1963)
Pecera
Eliseo Diego (1920-1994)
Sotas y espadas
Hernán La Greca (1968)
El heroe cayó dormido
Tienen sus títulos (como las películas que no están dobladas. Las que vienen con "sustítulos", digo). Prontito los conocerán. Mientras, como vos, que el que quiera haga sus apuestas.
Mil sorries, gente: los de Nicolás Gillén son dos y no uno, como parecía. Ahora los separé para que los distingan coin claridad. Rosa: volvé a leerlos, por fa, y, ya guiada más adecuadamente, titulalos. Gracias!
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